Los proyectos propios son una rara forma que tenemos los guionistas de compensar nuestras, en ocasiones, mercenarias carreras. Los que somos plumas a sueldo solemos caer en series buenas, series malas, series buenas que no nos gustan, series malas a las que les vemos su punto, y una larga variedad de matices. Y aunque al final casi siempre hacemos el encargo lo más nuestro posible, casi todos tenemos «proyectos personales» a los que dedicamos tiempo porque de vez en cuando nos gusta apartarnos del encargo, del circuito cerrado que supone una serie ya creada, en fin, poner a prueba nuestro músculo creativo. Además nos sirve para responder, cuando estamos en paro y nos preguntan el terrorífico «¿en qué andas?» de turno: «entre proyectos».
Los proyectos personales son como el amor. Cuando pensamos en ello pensamos en correr juntos, de la mano, por playa Bávaro (ver foto) al…
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